Noe Terrassa y Thaïs Sánchez, profesionales de la FAADA
Cuando un centro nunca ha recibido la presencia de un animal, impresiona un poco cómo irá, cómo irá con las demás personas... Una vez hecha la primera entrada, se normaliza todo muchísimo. Hay unos protocolos de acceso que prepara el propio Ayuntamiento, después nosotros hacemos un seguimiento y también hacemos un acompañamiento el primer día.

Entrevistamos a Noe Terrassa y Thaïs Sánchez de la FAADA, la Fundación para el Asesoramiento y la Acción en Defensa de los Animales, para conocer más del proyecto “Mejores Amigos”. Con él trabajan para que las personas en situación de vulnerabilidad puedan vivir con sus animales de compañía y puedan tener acceso a los mismos servicios y derechos.
¿Cómo surgió la idea del proyecto “Mejores amigos”?
Noe: La idea del proyecto empezó a finales de 2016, a raíz de una beca de investigación que nos dieron. Escogimos el tema de las personas que estaban en la calle con animales, cuál era su realidad cuando iban acompañados de animales. Lo que vimos es que no había normativa de ningún tipo que prohibiera el acceso [a centros para personas sin hogar] a esas personas acompañadas de animales, y entonces aquí empezamos a hablar con todas las entidades y con el Ayuntamiento para empezar a trabajar un poco en red, y básicamente lo que hicimos fue recoger datos, ver cuántos casos había en esta situación, y a partir de aquí empezamos a trabajar.
Thaïs: El hecho de que el programa haya funcionado a lo largo de todos estos años hizo que el Ministerio de Derechos Sociales apostara por el programa y nos otorgara una subvención para poder gestionar casos, siempre desde servicios sociales municipales. O sea, cualquier servicio social municipal de cualquier lugar de España puede realizar una solicitud de sus usuarios, que convivan con animales, para gestionar los casos, pero también de atención veterinaria. En este programa entra cualquier persona en situación de vulnerabilidad, pero las preferentes son las personas que se encuentran en situación de sin techo. Entonces, una de las cosas que estamos haciendo es trasladar toda la experiencia de Barcelona a otras ciudades y otros ayuntamientos. La experiencia que tenemos aquí es ya muy amplia y positiva; todo esto hace que vaya como avalado y nos está siendo mucho más fácil de implantar en otros sitios.
¿Cuáles fueron los datos que recogisteis?
N: Lo que vimos, a través de la noche del recuento en 2017, es que había unas 70 personas en situación de sin hogar con animales; hecho que hizo que tuviéramos una ruta para empezar a trabajar, teniendo una idea más o menos de los casos que existían. Había más, porque la noche del recuento hacía una aproximación, pero este dato nos dio un poco la percepción real de los problemas que podríamos llegar a tener a la hora de ubicar todos los casos, y con esto empezamos a trabajar con todas las ONG y el Ayuntamiento, y hasta el día de hoy.
¿Cómo funciona exactamente el programa?
N: Nos activamos cuando nos hacen la derivación desde servicios sociales, por tanto, lo que debemos hacer es coordinarlos con la trabajadora, con la familia y su veterinario. Hablamos con las referentes, gestionamos las casuísticas más complicadas. Nosotras damos las herramientas a las trabajadoras para que sepan gestionar casos de familias multiespecies y de cómo resolver a nivel de Ayuntamiento, a nivel técnico y legal cualquier problema que se detecte, y también para que recojan los datos para que podamos saber de cuántas familias estamos hablando. Los datos dicen que la mayoría de hogares en España conviven con animales. Existen más animales que menores de 8 años.
Actualmente, ¿cuántas personas con animales estáis acompañando en este proceso?
N: Dentro del programa, a raíz de todos estos datos, y mediante los servicios sociales municipales, la Oficina de Protección Animal y nosotros, tenemos unas listas muy exactas. Había unos 150 casos detectados de personas con animal en la calle. Desde 2017 ya entran en centros privados, y en 2022 el Ayuntamiento permitió el acceso también a los recursos públicos, como es el caso de Sant Joan de Déu Serveis Socials,y se han absorbido la gran mayoría de estos casos. De estos 150, tenemos casos o muy cronificados o nuevos, que son unos 30 en situación de calle con animales. Incluso éstos ya están atendidos, y todo lo demás están entrando de forma normalizada a los recursos que ya permiten la entrada a animales.
Con Sant Joan de Déu Serveis Socials tenemos diferentes programas: los centros residenciales, donde tenemos 3 personas con animales, y Housing First, donde hay unos 10.
¿Cómo ha sido la experiencia en los centros?
N: Cuando un centro nunca ha recibido la presencia de un animal, impresiona un poco cómo irá, cómo irá con las demás personas... Una vez hecha la primera entrada, se normaliza todo muchísimo. Hay unos protocolos de acceso que prepara el propio Ayuntamiento, después nosotras hacemos un seguimiento, y también realizamos un acompañamiento el primer día. El animal entra con una regularización higiénica sanitaria, con una serie de pasos que deben darse, si es un GPP con toda la documentación... Se hace todo de forma impecable para que pueda entrar correctamente en el recurso. Además, tienen acompañamiento prácticamente siempre, nos coordinamos con las referentes, por si alguna vez hay nada: una demanda de urgencia, de material o dudas. Cualquier cosa que pueda ocurrir dentro del recurso, nos pueden contactar y nosotras hacemos este acompañamiento..
Esto ha hecho que con los años haya sido muy fácil trabajar con los centros, porque están acompañados constantemente y cuando detectamos un mínimo problema intervenimos, aunque nunca ha habido en todo este tiempo un problema grave en ningún recurso. Se ha realizado muy buena coordinación entre los centros, los referentes, la persona, el perro y nosotros. En realidad, está yendo muy bien.
El seguimiento también lo hacemos con las personas directamente. El recibimiento depende del momento. Puede haber perfiles que son algo más complicados y depende del momento en que estén viviendo. La coordinación con los referentes de servicios sociales para llevar el caso hace que el procedimiento sea mucho más fácil. Lo que se busca es que sea un éxito y que no haya ningún problema para no volver atrás.
¿Qué cambio habéis notado desde que los centros para personas sin hogar aceptan la entrada a personas con sus animales?
N: Vivimos la época en la que sólo podíamos realizar el acompañamiento a nivel veterinario, porque la primera fase del programa sólo podían acceder a recursos privados, que eran sólo centros de día, como Assís o Arrels. Entonces, no podíamos ofrecer mucho más. Hoy en día, saber que entran en el circuito normalizado en el que son una persona más, independientemente de que vayan con un animal o no, pues nosotras vemos, básicamente, un vaciado muy importante de los casos que teníamos en la calle.
¿Veis algún aspecto significativo en la relación entre una persona en una situación sin hogar y su animal, y personas que estén en otras situaciones?
N: Sí. Nosotros hicimos un estudio con la UAB y la Cátedra Affinity en 2022, en la que entrevistamos a todas las personas que estaban en esta situación [sin hogar] que convivían con animales. Los datos eran bastante potentes. Detectamos que estas personas tenían 1,4 individuos de red social, de las cuales, uno era el perro. Por tanto, tenían una red de 0,4 individuos humanos, que no eran miembros de su familia consanguínea ni familias normativas. También este estudio fue un empuje muy importante para poder empezar a trabajar estas entradas de forma un tanto urgente.
T: Después, el estudio ha entrado en otras fases, que es con colectivos que no son simplemente personas que están en situación de calle, sino con personas con vulnerabilidad general, y después una tercera y una cuarta fase con personas víctimas de violencia y mayores. Esta tercera y cuarta fase se están investigando. Los datos de la segunda, más a nivel general, ya ha salido publicado. Lo que ha salido es que las redes eran variadas, que no dependían de la vulnerabilidad de la persona, en ese caso. Es decir, que podías tener mucha red, como no tener una red, pero considerar a tu animal familia, independientemente de la red que tuvieras, y que no sustituían a los vínculos con humanos. Es decir, ese vínculo sumaba, no sustituía.
¿Recordáis alguna situación o vivencia que le haya marcado?
T: El caso de L. nos gusta mucho. Fue el primer GPP que entró en un recurso público. Fue en La Llavor de Sant Joan de Déu Serveis Socials: el primer GPP de España, y creemos que de Europa, y creemos que del mundo. Y entonces, claro, el primer perro que entró en La Llavor fue un perro potencialmente peligroso, que nos costó mucho, porque, además, también veníamos de la época del Covid, y hay documentación extra, más discriminación, más reticencia, y entonces, costó mucho que se aceptara toda esta entrada a recursos públicos.
Entró en un centro con distintos perfiles de mujeres, y tuvo que ajustarse, porque no a todo el mundo le gustan los perros. El centro lo ha hecho muy bien, L. también ha puesto mucho de su parte, y sobre todo el perro, que es un encanto. Y la verdad es que nos gusta mucho este ejemplo, porque L. pudo formarse, ya empezó a trabajar cuando estaba en La Llavor, pero es que ya ha salido del centro, y ahora vive de forma independiente, con el perro.